sábado, 27 de octubre de 2018

People have the power

Hace tiempo que dedico mis redes sociales a fruslerías. Fotos de gatitos, selfies, música y alguna noticia sobre educación. Nada más. No comento publicaciones de nadie y mucho menos entro a discutir de política; pero ello no significa que no reflexione sobre ello o que no tenga una opinión al respecto.
Pensar en política y redes sociales me ha llevado a ir un poco más allá, y lo que iba a ser un estado en mi Facebook, se ha convertido en una entrada de blog un poco más seria de lo que estáis acostumbrados.
El Facebook ha pasado de ser una red social en la que uno compartía básicamente estupideces a ser una en la que todo el mundo tiene una opinión sobre algo, o sobre todo. Hasta ahí todo correcto. Todo el mundo puede hacer uso de su libertad de expresión y hacer alarde de sus opiniones en muros propios o ajenos. Hasta ahí, una vez más, todo correcto. Pero, ¿están nuestras opiniones suficientemente sustentadas o nos estamos convirtiendo a la religión del cuñadísmo más puro en el que nos limitamos a reproducir datos que hemos extraído de medios de comunicación altamente manipulados, tanto de una ideología como de la otra? Ejemplifico: Una publicación de hace unos días de "Al rojo vivo" sobre la prueba de Conocimientos Constitucionales y Socioculturales Españoles (CCSE), prueba obligatoria para solicitar la nacionalidad española entre otros muchos requisitos, daba información errónea sobre el formato de la prueba. Es muy fácil acceder a esa información fidedignamente en la página del Instituto Cervantes, pero quien quiera que escribiese la noticia no se molestó en ratificarla. Un simple corta y pega y, hala, a publicar.
Lo peor de leer las noticias online es leer los comentarios de toda índole de los usuarios de la red. Las redes sociales nos han dado ese poder individualista que nos hace creer que todos somos catedráticos, fotógrafos, abogados, etc, y nosotros caemos en esa farsa y vamos expresando nuestra opinión sin ton ni son, sin fundamento, descalificando a los que opinan diferente y todo ello salpicándolo con millones de faltas de ortografía, indicador del bajo nivel cultural de la gente que, repito, sin pudor, escribe tamañas estupideces.
¿Qué significa todo esto? Desde mi punto de vista es muy sencillo. Mientras que todos nos sentamos en el calor de nuestra casa, detrás de una pantalla de ordenador, escribiendo sobre política con mayor o menos acierto, la clase política está consiguiendo exactamente lo que quiere.
Veréis, el problema de este país va mucho más allá de tener un sistema político completamente corrupto, lo llaméis A o lo llaméis B. (Yo no sé vosotros, pero mis opciones de voto están reducidas a votar lo menos peor, no algo con lo que estoy totalmente de acuerdo). El problema de este país es un problema social, y los políticos a lo largo de la historia lo han diseñado así para que la maquinaria del capitalismo no falle. Me explico: la economía capitalista y la política actual busca el individualismo del pueblo, busca la lucha entre nosotros para que no funcionemos como colectivo.
La mayor parte de las guerras de la Edad Moderna han estado sustentadas, incluso justificadas, bajo la amenza de colectivos que de alguna manera se estaban haciendo fuertes y podrían hacer tambalear los cimientos sobre los que se basan los gobiernos. Llamémoslos judíos, llamémoslos palestinos, llamémoslos kosovares, llamémoslos bosnios. Fueron actos de rebeldía de colectivos en minoría que fueron (o están siendo) exterminados.
Sin unidad social, la fuerza política se cree más fuerte y juega con nosotros a su antojo. Además, cuentan con la ayuda de los medios de comunicación que, completamente sesgados y comprados, nos dan información que no es veraz (os recuerdo que las ideologías fascistas sabían que el control de los medios de comunicación conllevaba el control de las masas).
¿De qué otras maneras logran esto? A través de una educación pobre y dirigida hacia estos cauces.
Los programas educativos están diseñados por políticos, no por docentes. Y, ¿quiénes son los docentes? Las condiciones contractuales de los profesores de educación pública hacen que, para el ojo menos experto, conseguir una plaza como profesor sea la panacea. ¿Cuántas veces habréis oído (o dicho) eso de "los profesores vivís super bien"? Y esa es la motivación de un tanto por ciento demasiado elevado del cuerpo docente de este país: buen sueldo, trabajo fijo y muchas vacaciones. Este tipo de docente, desde luego, no se plantea que los programas son erróneos, o que la reforma de la Educación parte del interior del aula, y de cómo hagamos a nuestros alumnos pensar y trabajar como un colectivo.
Podría seguir divagando sobre todo esto muchísimo más, pero ya sólo con esto pensaréis "¿qué cojones sabrá la rubia esta de todo esto?", o "su tesis no se sustenta", o, mi favorito de las redes sociales, "no tiene ni puta idea". Y sí, todo esto lo digo desde mi casa, detrás de la pantalla de mi ordenador, pero esto lo digo yo, no lo he copiado de ninguna noticia, ni lo he leído en las redes sociales. He podido llegar a estas conclusiones con las que estaréis más de acuerdo o no, porque tuve una buena educación, porque me he preocupado en culturizarme y porque me enseñaron a pensar por mí misma y a expresar mi opinión sin ofender a absolutamente a nadie.
Ya sé que tiro para casa y acabo diciendo siempre que la educación y leer es la solución para todo, pero es que lo es. Y por educación entiendo muchas cosas: leer es educación, escuchar música es educación, viajar es educación. Es todo aquello que te hace darte cuenta de que en realidad eres muy pequeño formando parte de algo mucho más grande.

Y así va el mundo. Hay veces en que deseo sinceramente que Noé y su comitiva hubiesen perdido el barco, Mark Twain

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