viernes, 22 de abril de 2011

El opio para el pueblo

En la últimas semanas hemos presenciado el fenómeno de masas que es el fútbol. Dos Barsa-Madrid y los que quedan por venir, se han convertido en los programas más vistos en la televisión, lo más comentado en la prensa y en las redes sociales. Yo misma he seguido los acontecimientos como una más. No me fue la vida en ello, pero lo veo. No soy una fan del fútbol, pero sí que tengo mis simpatías futboleras. Y es que un Barsa- Madrid se convierte siempre en algo más que un simple evento deportivo. No se trata simplemente de quién juega mejor al fútbol, cosa que para mí, por otra parte, es indudable. Y es que a pesar de que no soy una persona especialmente deportista, aquí se enfrantan dos formas de ver un deporte. Pero hoy no voy a entrar en ese análisis.
Lo que me fascina es que ver un partido de fútbol que tan sólo dura 90 minutos, pueda estar reñido con la cultura. O mejor dicho, que haya gente que crea eso.
Al dia siguiente del último Barsa -Madrid de lo único que se hablaba era de Sergio Ramos y su desliz. Vale. La verdad es que esa historia da para muchos chistes.... Pero además, en el Telediario, vi un reportaje en el que enfrentaban al partido con la cultura. Cines vacíos, museos desiertos, y los musicales, teatros y clubes de la comedia intentando hacer alguna referencia al evento deportivo de la jornada para mantener al público ahí. ¿Es cierto que el fútbol tiene que estar reñido con la cultura?
No me malinterpreten. Reitero una vez más que no soy futbolera.
Veamos. El fútbol está al alcance de todos, y viendo un partido es fácil entender porque genera esa pasión. En una época de represión y de censura, el fútbol repesentaba en unos casos el orgullo patrio (concepto que no comparto, pero comprensible en otros momentos) de los emigrados, y en otros casos la lucha de los oprimidos contra los opresores. Con el fútbol se liberaban tensiones y adrenalina que no se podrían expresar de otra manera sin enfrentarse a la represión o a la cárcel. Los equipos de fútbol representaban no sólo unos colores, si no también unos ideales. El Real Madrid era el equipo del Régimen, el Barsa era la resistencia catalana, el Athletic de Bilbao los independentistas vascos, así que una victoria representaba mucho más que eso. El pueblo podía ir al campo y sacar todos esos sentimientos reprimidos, aunque sólo fuesen por 90 minutos. Y eso es algo que puede entender todo el mundo.
En aquella época, como en casi todas, la cultura esta reservada para unos pocos. En una época de oscuridad, en la que no se pueden compartir libremente las ideas, el ingenio de los artistas para expresarse sin ser absolutamente evidentes sobre sus sentimientos e ideales era enorme, pero no al alcance de todos.
El fútbol era el opio para el pueblo porque les servía de desahogo durante 90 minutos y luego podían volver a sus tristes vidas reprimidas, sin tener que pensar demasiado en ello, tan sólo esperando a que llegase la próxima jornada futbolera.
Hoy, las cosas han cambiado. Hoy vivimos en un estado democrático en el que puedes decir lo que quieras y dónde quieras, al menos aparentemente, pero el fútbol sigue siendo el opio para el pueblo. Y hay muchas cosas que, perdonen mi lenguaje, me cabrean del mundo del fútbol, como la indecente cantidad de dinero que mueve, pero a pesar de ello, no me pierdo un Barsa-Madrid. Y es que al fin y al cabo, los seres humanos somos animales, somos completamente viscerales, y a veces buscamos una manera de sacar sentimientos como la rabia, el odio, la ira,... y nos dejamos llevar por la adrenalina. Pero la cultura no está reñida con esto.
La cultura, lo que ustedes quieran entender por cultura, nos provoca otro tipo de reacciones. Son más cognitivas. Nos emocionan. Tocan nuestro corazón y activan nuestro cerebro, pero nuestras visceras se quedan impertérritas.
Quizás me he vuelto una persona de grises, más que de blancos o negros. Quizás busco más el equilibro en todas las partes de mi ser en vez de intentar desterrar algunas de ellas. No me avergüenzo del total que hago. Hay grandes intelectuales de este país y de muchos otros que son grandes futboleros, y por eso no dejan de ser menos intelectuales. El señor Eduardo Mendoza, uno de los mejores escritores de este país, es una gran seguidor del Barsa. Serrat es un conocido culé también. ¿Son menos artistas ellos porque les guste el fútbol?
Señores y señoras, no creo que el problema de la cultura en este país sea culpa del "deporte rey". No creo que sean incompatibles. El problema de la cultura en este país es mucho más profundo que un simple partido de fútbol...

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